La Biblioteca De Alejandria

Numerosas preguntas tratan sobre esta biblioteca, por si surge alguna duda para antes del dia del examen, aqui dejo los videos para que podais verlos.

Biblioteca de Alejandría

La historia de la Biblioteca de Alejandría, de cómo debió de ser, de cómo trabajaron sus sabios, incluso del número exacto de volúmenes y el nombre de sus obras no se conoce con suficiente rigor científico, tal y como los eruditos entienden tal rigor. El conocimiento de esta gran obra se tiene a través de muy pocos testimonios, y aún éstos son esporádicos y están desperdigados. Los investigadores y los historiadores de los siglos XX y XXI insisten en aclarar que se trata en cierto modo de una utopía retrospectiva. La biblioteca existió, de eso no tienen ninguna duda, pero toda la literatura escrita en torno a ella es a veces contradictoria, dudosa, enigmática y llena de suposiciones, y se ha ido desarrollando a partir de muy pocos datos y esos pocos datos, la mayoría de las veces, son aproximados. Apenas hay datos exactos. Ésta es la historia de un lugar mítico, de cómo debió de ser, de cuál debió de ser su encanto.
 

Anexo y destrucción

Se sabe que desde el principio la biblioteca fue un apartado al servicio del Museo. Pero más tarde, cuando esta entidad adquirió gran importancia y gran volumen, hubo necesidad de crear un anexo cercano. Se cree que esta segunda biblioteca (la biblioteca hija) fue creada por Ptolomeo III Evergete (246 adC-221 adC). El lugar donde se estableció esta parte nueva fue en la colina del barrio de Racotis (hoy se llama Karmuz), en un lugar de Alejandría más alejado del mar, en el antiguo templo erigido por los primeros Ptolomeos al dios Serapis, llamado el Serapeo. Esta segunda biblioteca debió ser sin duda la que resistió el paso de algunos siglos, conquistando como la anterior la fama y el prestigio del mundo conocido. En la época del Imperio Romano, los emperadores la protegieron en gran manera. La modernizaron incorporando calefacción central por tuberías con el fin de mantener los libros bien secos en los depósitos subterráneos.
Esta biblioteca-hija sustituyó a la primera durante bastantes años. Después del desastroso incendio de Alejandría, cuando pelearon las naves de Julio César y las naves egipcias, Cleopatra VII se refugió en la ciudad de Tarso (actual Turquía) junto con Marco Antonio. Fue entonces cuando éste le ofreció los 200.000 manuscritos traídos desde Pérgamo, pertenecientes a la Biblioteca del rey Attalo. Cleopatra los entregó a la nueva biblioteca. Fue una especie de recompensa por las pérdidas ocasionadas en el incendio. Pero la nueva biblioteca corrió el mismo designio de tragedia y destrucción. En el siglo III después de Cristo, el emperador Diocleciano que era muy supersticioso según cuentan los historiadores, ordenó la destrucción de todos los libros relacionados con la alquimia. Más tarde, en el año 391, el patriarca de Alejandría Teófilo atacó la biblioteca al frente de una muchedumbre enfurecida con ardores religiosos. El Serapeo fue entonces demolido piedra a piedra y sobre sus restos se edificó un templo cristiano.
Seguramente se salvaría una buena parte de los libros de la biblioteca y seguramente pusieran también a salvo el sepulcro de Alejandro Magno. Los arqueólogos no pierden la esperanza de encontrar ambas cosas enterradas quizás en el desierto de libia. Pero en la colina donde estaba el templo de Serapis nunca se volvió a reconstruir la biblioteca. En el año 416, Orosio (teólogo e historiador hispanorromano) vio con mucha tristeza las ruinas de aquella ciudad que había sido magnífica y las ruinas de la colina. Los arqueólogos que emprendieron su trabajo en el siglo XIX dan fe de la violencia que debió desatarse en aquel lugar. Sus testimonios científicos no salieron nunca a la luz de la divulgación.
En el siglo VI hubo en Alejandría luchas violentas entre los cristianos monofisitas y los melquitas y más tarde aún, en el 619 los persas acabaron de destruir lo poco que quedaba en esta ciudad. La historia que se cuenta de la destrucción ocasionada por el emir musulmán Amir ibn al-Ass no cuadra con las fechas de la destrucción. Los historiadores aseguran que cuando este caudillo entró en Alejandría no encontró más que desolación y ruinas. Sin embargo la leyenda dice que cuando el comandante musulmán Amir ibn al-Ass terminó la conquista de Egipto, comunicó a su jefe el califa Omar I todo lo que había encontrado en la mítica ciudad de Alejandría, y le habló de la biblioteca para pedirle las instrucciones sobre qué hacer con esa cantidad de libros. A lo que el califa, según cuentan, respondió: Si los libros contienen la misma doctrina del Corán, no sirven para nada porque repiten; si los libros no están de acuerdo a la doctrina del Corán, no tiene caso conservarlos. Lo cierto según los hechos históricos es que no subsistía entonces ya tal biblioteca.

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De: Mohammed B.

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