Filósofos comentados en clase.

Judíos
Maimónides


Filósofo y teólogo judío español (Córdoba, 1135 - El Cairo, 1204). Hijo de un juez, se educó en colegios musulmanes y judíos de Córdoba. Tras la invasión almohade, que instaló la intolerancia en al-Ándalus, sufrió persecución por motivos religiosos y se vio obligado a huir a Fez (1158), antes de emigrar a Oriente: Palestina, Alejandría y, finalmente, El Cairo (1165). Allí llegó a ser médico del último rey fatimí, al-’Adid, y nagid o guía espiritual de la comunidad judía de Egipto. Su principal labor consistió en asentar la teología judaica sobre los principios de la razón según la filosofía aristotélica, papel comparable al que cumplieron Averroes en el Islam y santo Tomás en el cristianismo. La Guía de los perplejos (1190) es su obra más relevante en ese terreno. También realizó aportaciones notables a la medicina y a la jurisprudencia talmúdica. Sufrió continuas dificultades y persecuciones, tanto por parte de los musulmanes (denunciado como apóstata del islamismo, sólo la protección personal del visir de Saladino, al-Fádil, le salvó de la muerte), como de los judíos tradicionalistas que recelaban de su tendencia racionalista (llegando incluso a recurrir a la Inquisición para que condenara sus obras).


Árabes
Avicena


Médico y filósofo persa. Sus trabajos abarcaron todos los campos del saber científico y artístico de su tiempo, e influyeron en el pensamiento escolástico de la Europa medieval, especialmente en los franciscanos.

Educado por su padre en Bujara (pasó toda su vida en las regiones del centro y el este de Irán), a los diez años ya había memorizado el Corán y numerosos poemas árabes. Estudió medicina durante su adolescencia, hasta recibir, con sólo dieciocho años, la protección del príncipe Nuh ibn Mansur, lo cual le permitó entrar en contacto con la biblioteca de la corte samánida.

Su vida sufrió un brusco cambio con la muerte de su padre y la caída de la casa samánida por obra del caudillo turco Mahmud de Ghazna. Necesitó echar mano de su gran capacidad de concentración y de su enorme fuerza intelectual para continuar su extensa labor con una meritoria consistencia y continuidad.

Durante el siguiente período de su vida ejerció la medicina en diversas ciudades de la región de Jorasan, hasta recalar en la corte de los príncipes Buyid, en Qazvin. En estos lugares no encontró el soporte social y económico necesario para desarrollar su trabajo, por lo que se trasladó a Hamadan, ciudad gobernada por otro príncipe Buyid, Shams ad-Dawlah, bajo cuya protección llegó a ocupar el cargo de visir, lo que le valió no pocas enemistades que le obligaron a abandonar la ciudad tras la muerte del príncipe.


Al-Kindi


Filósofo árabe. De familia aristocrática, gozó del mecenazgo de califas abasíes, pero cayó en desgracia a consecuencia de sus relaciones con los mutazilíes. Traductor y comentador de Aristóteles desde una interpretación neoplatónica, su pensamiento evolucionó hacia una constante búsqueda de armonización entre filosofía y religión. Inició, influido por Alejandro de Afrodisia, la cuádruple distinción del intelecto, decisiva para árabes y cristianos. Estudió también geometría, música y astrología.
Alemán
Leibniz


Filósofo y matemático alemán. Su padre, profesor de filosofía moral en la Universidad de Leipzig, falleció cuando Leibniz contaba seis años. Capaz de escribir poemas en latín a los ocho años, a los doce empezó a interesarse por la lógica aristotélica a través del estudio de la filosofía escolástica.

En 1661 ingresó en la universidad de su ciudad natal para estudiar leyes, y dos años después se trasladó a la Universidad de Jena, donde estudió matemáticas con E. Weigel. En 1666, la Universidad de Leipzig rechazó, a causa de su juventud, concederle el título de doctor, que Leibniz obtuvo sin embargo en Altdorf; tras rechazar el ofrecimiento que allí se le hizo de una cátedra, en 1667 entró al servicio del arzobispo elector de Maguncia como diplomático, y en los años siguientes desplegó una intensa actividad en los círculos cortesanos y eclesiásticos.

En 1672 fue enviado a París con la misión de disuadir a Luis XIV de su propósito de invadir Alemania; aunque fracasó en la embajada, Leibniz permaneció cinco años en París, donde desarrolló una fecunda labor intelectual. De esta época datan su invención de una máquina de calcular capaz de realizar las operaciones de multiplicación, división y extracción de raíces cuadradas, así como la elaboración de las bases del cálculo infinitesimal.

En 1676 fue nombrado bibliotecario del duque de Hannover, de quien más adelante sería consejero, además de historiador de la casa ducal. A la muerte de Sofía Carlota (1705), la esposa del duque, con quien Leibniz tuvo amistad, su papel como consejero de príncipes empezó a declinar. Dedicó sus últimos años a su tarea de historiador y a la redacción de sus obras filosóficas más importantes, que se publicaron póstumamente.

Representante por excelencia del racionalismo, Leibniz situó el criterio de verdad del conocimiento en su necesidad intríseca y no en su adecuación con la realidad; el modelo de esa necesidad lo proporcionan las verdades analíticas de las matemáticas. Junto a estas verdades de razón, existen las verdades de hecho, que son contingentes y no manifiestan por sí mismas su verdad.

El problema de encontrar un fundamento racional para estas últimas lo resolvió afirmando que su contingencia era consecuencia del carácter finito de la mente humana, incapaz de analizarlas por entero en las infinitas determinaciones de los conceptos que en ellas intervienen, ya que cualquier cosa concreta, al estar relacionada con todas las demás siquiera por ser diferente de ellas, posee un conjunto de propiedades infinito.

Frente a la física cartesiana de la extensión, Leibniz defendió una física de la energía, ya que ésta es la que hace posible el movimiento. Los elementos últimos que componen la realidad son las mónadas, puntos inextensos de naturaleza espiritual, con capacidad de percepción y actividad, que, aun siendo simples, poseen múltiples atributos; cada una de ellas recibe su principio activo y cognoscitivo de Dios, quien en el acto de la creación estableció una armonía entre todas las mónadas. Esta armonía preestablecida se manifiesta en la relación causal entre fenómenos, así como en la concordancia entre el pensamiento racional y las leyes que rigen la naturaleza.

Las contribuciones de Leibniz en el campo del cálculo infinitesimal, efectuadas con independencia de los trabajos de Newton, así como en el ámbito del análisis combinatorio, fueron de enorme valor. Introdujo la notación actualmente utilizada en el cálculo diferencial e integral. Los trabajos que inició en su juventud, la búsqueda de un lenguaje perfecto que reformara toda la ciencia y permitiese convertir la lógica en un cálculo, acabaron por desempeñar un papel decisivo en la fundación de la moderna lógica simbólica.

ROMANOS
Epícteto


Filósofo estoico. En Roma fue esclavo de Epafrodito, liberto de Nerón, y siguió las lecciones del estoico Musonio Rufo; una vez emancipado, se dedicó a la filosofía, en especial a la moral. Con otros filósofos hubo de dejar Roma por decreto de Diocleciano (94). A partir de su enseñanza oral, su discípulo Flavio Arriano elaboró el Enquiridión (o Manual) y los Coloquios, audaz proclama de la exigencia de aceptar la necesidad.


Séneca


Escritor latino. Pertenecía al orden ecuestre. Se instaló en Roma con su familia en el año 12 a.J.C., en plena era de Augusto. Estuvo en contacto con los principales oradores y literatos de la época. Tenía una memoria prodigiosa, gracias a la cual pudo en su vejez componer, a petición de sus tres hijos -Novato, Mela y Séneca el Filósofo- su obra. Sus Controversiae son un conjunto de declamaciones forenses, en 10 libros, de los que se conservan cinco (I, II, VII, IX, X); las Suasoriae forman un solo libro, con siete declamaciones sobre temas históricos, literarios o mitológicos, en las que se argumenta a favor y en contra de una determinada decisión. En sus citas desfilan los representantes de la retórica y de la elocuencia de su época. Compuso también unas Historias, obra de la que sólo se conservan escasos fragmentos y que describía los acontecimientos comprendidos entre los comienzos de la guerra civil desencadenada por César y Pompeyo y los años inmediatamente anteriores a la muerte del autor.

Marco Aurelio


Emperador romano y filósofo estoico. Nació el 20 de abril del año 121 en Roma en el seno de una familia de origen hispánico.

Desde joven se interesó por la filosofía. Discípulo de Frontone que fue su maestro de retórica, Marco Aurelio formaría parte del estoicismo convirtiéndose en uno de sus más notables representantes.

Tras la llegada al poder de su tío Antonino Pío, fue adoptado por él y lo casó con su hija. Cuando Antonino Pío falleció, se convirtió en emperador, en el 161, año en el que asoció al trono a su hermano por adopción, Lucio Aurelio Vero (fallecido en el 169).

En el transcurso de su reinado libró guerras defensivas en las fronteras del norte y del este del Imperio. Sus legiones contuvieron la invasión parta de Siria en el 166, y en el 167, luchó contra las tribus germanas en la frontera Rin-Danubio.

Marco Aurelio regresó a Roma, de forma intermitente, durante la campaña germana, con el fin de realizar reformas legales y administrativas. Muy preocupado por el bienestar público, vendió posesiones personales para mitigar los efectos del hambre y la peste en el Imperio, pero persiguió a los cristianos, creyendo que eran una amenaza para el sistema.

Fundó escuelas, orfanatos y hospitales, y alivió la carga de los impuestos. También intentó humanizar el trato que los amos daban a sus esclavos. Reforzó la centralización de la administración y, aunque devolvió la importancia al Senado, incrementó la autoridad imperial.

En el 176 regresó a la frontera norte, esperando extender los límites del noreste del Imperio hasta el río Vístula. Falleció el 17 de marzo del 180 a causa de peste en Vindobona (hoy Viena).

Por sus triunfos, se le erigió, en el Foro romano, una columna conmemorativa, llamada Columna Antonina, en la Plaza Colonia, y un monumento ecuestre en el Capitolio. Le sucedió su hijo Cómodo poniendo fin a la guerra danubiana.

Su labor como filósofo, es recordada por su obra Pensamientos, un compendio en doce libros de preceptos morales escritos en griego mientras desarrollaba sus últimas campañas militares.


Estefanía Callejón Martín.

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