Ética del consumo.

El texto de la página 287 es un fragmento de una obra para el periódico EL PAÍS realizada por Adelina Cortina Orts. Adelina es una filósofa española nacida en Valencia y que aún vive.

El tema principal del fragmento es la teoría de una ética del consumo.
Por si no estuviese claro el significado tanto de ética como de consumo voy a explicar brevemente lo que se entiende por ambos. Por ética se entiende aquella rama de la filosofía que tiene como objeto los códigos morales mientras que por consumo se entiende la etapa final del proceso económico en la que el consumidor saca alguna utilidad de algún bien o servicio.

Lo que Adelina Cortina nos expone en este texto es una explicación de la ética del consumo en la que se intente responder a varias preguntas en sociedades que afirman que toda persona es igual en valor, es decir, sociedades igualitarias.
Estas preguntas son qué se debería consumir, en la que se nos aconsejaría lo apropiado a la hora del consumo; para qué se debería consumir, en la que se nos explicaría el porqué del consumo que realizamos; y quién debería decidir lo que se consume, en la que el objeto sería el organismo encargado del consumo. En las sociedades en las que se debería inculcar este tipo de filosofía, según la autora, son aquellas en las que se tendrían que tener en cuenta dos dimensiones de la moral.
Una de ellas es el consumo justo en el que todos consumen por igual en contra del consumo injusto en el que unos consumirían mucho mientras que otros poco, aquel consumo en el que solamente se consumirían aquellos productos al alcance de todo ser humano. Con esto debo añadir que no estoy de acuerdo ya que siempre ha habido desniveles en la economía de una sociedad y en ello se basa el esfuerzo del trabajador para, día a día, conseguir más y más. Si todo el mundo tuviese lo mismo por ley y ello no le costase trabajo alguno, se crearía una sociedad de gandules que se deben de conformar con tener lo mismo que todos y, aunque eso de la igualdad suene muy bien, haría que se generase un sentimiento de conformismo general en todas las personas.
La otra sería el de propiciar a las personas una vida buena en la que se intentaría que toda persona tuviese una ínfima calidad de vida.

El problema que ve la autora en todo esto es el de la carencia de información que tienen los consumidores sobre las consecuencias de los productos para la sociedad y para el entorno. Respecto a ello, Adelina Cortina propone una amplitud en el papel reivindicativo de las organizaciones al consiliativo que ayude a mantener un gran debate sobre los tipos de productos a consumir sin afectar al bienestar social y medioambiental.
Tiene razón al exponer que se nos tiene poco informados de las consecuencias que conlleva el consumo de diferentes productos y de lo que es necesario o no es necesario consumir. Como grandes consumidores que somos tanto de productos de primera necesidad como de productos no tan necesarios estamos en el derecho de exigir a las productoras una información acerca de los problemas que puede acarrear nuestro consumo del producto que nos ofrecen.


Juan Manuel Manzano Martín 1ºBB(Aunque a algún graciosillo/a que cambia nombres le moleste)

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